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Conozco esos ojos sin conocerlos. Miradas como piezas de un puzzle urbano (pongamos que hablo de Madrid). Para entenderlo todo, tendré que encontrar las cuatro esquinas de ese puzzle; mientras tanto, mis manos seguirán grapadas al volante de mi taxi. Porque soy taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (U.A.M.). Bufón y llorante de historias.

foto2.pngPermitidme reír y llorar a vuestro lado mientras abrazamos todas esas miradas, conversaciones y anécdotas tatuadas a fuego en mi espejo retrovisor. Esta es la crónica de la profesión más romántica del mundo.

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