Cuando una pareja de venezolanos llega a Madrid (conctretamente a la T-4 de Barajas) desde Suiza para alojarse en el Hotel Ritz puede deberse a que son millonarios, o bien a que son multimillonarios. Cuando el venezolano, en una conver- sación telefónica, dice la palabra “hectáreas” más de cinco veces seguidas, sin quererlo está corroborando mi afirmación.
Pero el nivel económico del usuario carece de importancia; trato de “usted” tanto a borrachos, como a inspectores de hacienda o incluso a los perros lazarillo (sin sus Tormes). Lo que realmente importa son las conversaciones como moneda de cambio.
- Impresionante cómo ha quedado el parking. Tremendo atentado… – comenta el venezolano.
- Cuatro plantas de escombros y dos vidas – respondo.
- ¿Y qué reivindican?.
- La independencia del País Vasco.
- ¿Eso es Barcelona?.
- No. Barcelona pertenece a otra Comunidad.
- Escuché desde Suiza que los españoles habían salido a la calle en solidaridad con las víctimas. Es importante que todos estén unidos por la paz.
- Bueno… todos no.
- ¿No acudieron todos los partidos políticos?.
- Todos menos uno.
- ¿Y por qué ese partido no acudió?.
- Yo sólo soy un taxista…
(Adjunto foto tomada desde mi taxi segundos antes de montarse la pareja de venezolanos. Donde se encuentra el cielo, antes había un parking).