Chico joven con mochila al hombro.
– ¿Me lleva a Moratalaz, por O´donnel?. Yo le indico – ¡plop!. Nada más acabar la frase, su cabeza se desplomó, como recién hipnotizado.
Al llegar a la altura del primer desvío hacia Moratalaz, le toqué la pierna para despertarle.
– ¿Tomamos este desvío?
– No; el siguiente, por favor – ¡plop!. Volvió a dormirse.
Antes de llegar al punto indicado, le toqué la pierna de nuevo.
– Ahora continúe hasta la siguiente rotonda, y gire a la derecha – ¡plop!. Dormido otra vez.
Su lucha entre ambos mundos continuó hasta el final del trayecto. Aquel chico pasaba del sueño a la vigilia cual pelota de tenis a ambos lados de la red. Y cuando se encontraba despierto, parecía de lo más lúcido; fresco cual flor de invernadero.
Al alcanzar su destino, me pagó la carrera, tomó su mochila y comenzó a caminar calle abajo hasta perderse de vista.
…
La vida está llena de matices; y los sueños, sueños son.