¿Por qué las únicas 15 personas que han reparado en la peculiar fragancia de mi taxi son mujeres?
¿Por qué los hombres nunca hablan de olores?
¿Por qué las 15 mujeres me dijeron: “huele a… vainilla“ cuando en el ambientador se puede leer, bien clarito: “mango“?
¿Por qué esta simple dualidad de conceptos olfativos me hace sentir tan impotente?
¿Quién miente: las mujeres, sus pituitarias, mi pituitaria, o el hijoputa que escribió mango cuando quería decir vainilla?
¿A qué huele el mango?